El aluminio es un material extremadamente duradero que puede soportar las condiciones exteriores durante muchos años. Cuando se utiliza para aplicaciones como techos y fachadas de aluminio, el material puede durar entre 20 y 50 años, según el entorno y el mantenimiento. Uno de los beneficios clave del aluminio es que no se oxida en el exterior como el hierro o el acero. En cambio, forma una capa protectora natural de óxido cuando se expone al aire, evitando una mayor degradación. Esto hace que el aluminio sea resistente a muchos factores ambientales, incluida la lluvia, la nieve y la radiación ultravioleta. Sin embargo, en áreas costeras o industriales con alta salinidad o exposición química, el aluminio puede sufrir cierta corrosión superficial, que puede minimizarse con un mantenimiento adecuado. Entonces, si bien el aluminio no se oxida en el sentido tradicional, puede experimentar un desgaste gradual con el tiempo. En general, el aluminio es un material excelente para uso en exteriores, ya que ofrece longevidad y bajo mantenimiento.